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asturvetusta

Oviedo

Region:Europe
Country:Spain
City:Oviedo

Description

Tras muchos años de aletargamiento, la vieja Vetusta ha despertado de la siesta. Si Don Fermín de Pas, el agraciado magistral catedralicio protagonista de la Regenta del genial Leopoldo Alas Clarín, se subiese de nuevo con su indiscreto catalejo a la única torre de la catedral de Oviedo, contemplaría una ciudad que poco se parece a la que el divisaba antaño. Quizás le resultaría un poco más difícil localizar a su amada Anita Ozores, que ahora pasearía no sólo por las callejuelas que dan forma al hoy llamado Oviedo Antiguo, sino que habría ampliado sus caminatas diarias acercándose al abanico las nuevas e impecables calles peatonales del centro de la ciudad. Anita Ozores y el propio magistral no darían crédito a sus ojos al contemplar como los operarios del Ayuntamiento se esmeran en limpiar las nuevas baldosas a conciencia, frotando en algunas ocasiones hasta con agua y jabón. Y Don Fermín de Pas se frotaría los ojos una y mil veces al comprobar que las que el describía como aquellas "viviendas viejas y negruzcas, aplastadas", aquellas "madrigueras, cuevas, montones de tierra, labor de topo...? que dan forma a la calle Cimadevilla, una de las vías principales del casco viejo, lucían ahora con sus mejores galas, con sus fachadas restauradas, coloridas y ornamentadas.
Durante su paseo, Anita Ozores también se sorprendería al verse a si misma inmortalizada en hierro en un lateral de la plaza de la catedral. Y se alegraría al ver que, en apariencia, esa imagen rancia e inmovilista que Leopoldo Alas dejo plasmada en su novela, también forma, en teoría, parte del pasado. Sin duda, todos los personajes de la Regenta estarían de acuerdo en que la vieja Vetusta ha cambiado mucho y se parece más a la descripción que de ella hizo el director de cine, actor y guionista estadounidense Woody Allen, durante su reciente visita a la capital del Principado para recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, con el que fue galardonado el pasado año. «Vengo de una ciudad enorme, gigantesca, con multitudes, ruidos... y llego aquí donde todo es antiguo, limpio y agradable... como si no fuera de este mundo, exótico. Cuando me vaya el sábado tendré la sensación de haber vivido un cuento de hadas... con un príncipe, además» expresó Allen.
Aunque pensándolo bien, quizás el decadente Oviedo de Clarín esté ya muy lejano pero Oviedo tampoco se corresponde con la imagen idílica de Wody Allen. No hay que escarbar mucho para descubrir que el rancio abolengo que caracterizó a tantas capitales de provincias no se ha evaporado del todo del ambiente. Ese tópico de ?y tú de quien eres? aún prima a la hora de relacionarse en esta ciudad. Los linajes, los apellidos, la buena imagen y el miedo al qué dirán no han desaparecido del todo y conviven con los viejos monstruos arquitectónicos que han dado fama al Oviedo de siempre como referente artístico internacional. Por tanto, los viajeros que hoy día se acerquen a la capital del Principado, centrarán su visita más especial en los clásicos y prerrománicos monumentos del Naranco: Santa María y San Miguel de Lillo, palacio e iglesia prerrománicos, ambos del siglo IX, se acercarán al convento San Julián de los Prados, también conocida como Santullano, otro ejemplo del prerrománico y en cuyo interior se conservan unas pinturas que la convierten en una referencia del arte del altomedievo español. Estos tres monumentos, unidas a la medieval Fuente de Foncalada, primera obra civil de la época construida por Alfonso II, y a la Cámara Santa de la Catedral. Todos estos monumentos están protegida por la UNESCO y gracias a ellos la ciudad se ha ganado la protección como Patrimonio de la Humanidad
Los viajeros disfrutarán también contemplando las fachadas de los viejos y rehabilitados palacetes que hicieron de esta ciudad una capital señorial e ilustrada: el palacio de Jovellanos, el palacio de Toreno, el palacio de Camposagrado... los recargados edificios que decoran la calle Uría, la arteria principal y comercial de la ciudad... Quizás lo mismo que hubiese visitado cualquier turista del siglo XIX, suponiendo que ese fenómeno hubiese existido en aquella época.
Tras el recorrido cultural, el viajero moderno debe centrarse en un disfrute más frívolo pero no por eso menos interesante. Se publicó en todos los medios de comunicación como la mujer de Woody Allen, Soon-Yi, disfrutó comprando ropa a mansalva durante su estancia en la capital del Principado. Y el director de cine disfrutó además con la gastronomía típica de la zona: como no, un buen plato de fabada y algún que otro "culín" de sidra. Placeres del siglo XX y XXI que no pasarán desapercibidos a los que se acerquen a Oviedo buscando la Vetusta de Clarín. Y alegrías corporales de las que Oviedo va bien sobrada. Pues en las últimas décadas no sólo ha cambiado la imagen estética y externa de la ciudad. También han cambiado la costumbres de sus habitantes. Sí. La sidra sigue ocupando el primer puesto en el escalafón de las bebidas típicas, pero el viejo chigre con olor a rancio y con el suelo lleno de serrín para secar los restos del elixir de la manzana también ha pasado a la historia. En los últimos años han abierto en las zonas clásicas de tapeo nuevos establecimientos limpios, de decoración cuidada y en los que se sirven platos novedosos y muy elaborados. También han surgido nuevas rutas alternativas donde las sidrerías conviven con nuevos bares donde el protagonista es el vino. No es ninguna exageración afirmar que Oviedo es hoy en día un paraíso natural y un Edén gastronómico.
Con el estómago lleno, volvemos a recorrer las entonces callejuelas estrechas y oscuras por las que paseaba Anita Ozores del hoy remodelado Oviedo Antiguo. Quizás el espíritu de esta mujer disfrute ahora bailando al son de la música y la animación que emana de los bares de copas. Nadie mira ya quien pasea escondido tras la cortina del salón. Ahora en el Oviedo Antiguo reina la marcha casi todos los días de la semana. Viernes y sábados, todos a la calle. Los jueves, les toca el turno a los mayores y a los estudiantes del Mir que todos los años invaden la ciudad atraídos por la buena fama de los preparadores y del ambiente que reina en las horas de desconexión. Los lunes, martes y miércoles, siempre es fácil encontrar a algún que otro grupo de despistados treintañeros que alargan una cena de trabajo, una reunión eterna o algún universitario ocioso deseoso de calentar el cuerpo con unos bailes. Y los domingos, eso ya está más complicado. Antes era fácil encontrar forofos del Real Oviedo que brindaban por la victoria o derrota de su equipo de fútbol preferido. Ahora, lo que se ven son más bien caras de depresión ante la triste situación del club que ha afectado mucho a los ovetenses, futboleros por excelencia. Nuevos ídolos como el recién endiosado Fernando Alonso, el nuevo rey de la Fórmula Uno internacional, actúa como antídoto. Seguro que el mismísimo Don Fermín de Pas disfrutaría de sus carreras y celebraría sus éxitos tomando unos culines en alguna terraza. Y es que con la llegada del verano, las calles peatonales de la ciudad se llenan de mesas y sillas donde los eventenses se refrescan, descansan y practican su deporte preferido. Mirar a la gente, a los paseantes, y charlar. La estética de la ciudad, la comodidad de sus calles invita al relax y a la observación. El aspecto impecable de la urbe se manifiesta en la actitud ordenada de los ovetenses para quienes la imagen externa sigue siendo tan importante como en los tiempos de Clarín.

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